sábado, 30 de enero de 2010

The Masters of the CTRL+uniVerse: Una epopeya laboral en los tiempos modernos

Es hora de que me confiese. Incumpliendo uno de mis principios vitales más esenciales he estado trabajando durante los últimos cuatro meses. Pero no os alarméis mis queridos lectores, lo he hecho por una buena causa, por la única causa que merece la pena trabajar, ¿El dinero? no, ¿Seguro dental-Lisa necesita un aparato? no, ¿conseguir una cesta de Navidad? no, bueno, sí, pero también y sobretodo por EL ABSURDO.
Y es que he estado empleado en uno de los trabajos más estúpidos y alienantes imaginables. Solamente superado, quizás, por los trabajos de feriante y granjero de avestruces. Yo he sido GRABADOR DE DATOS.

Así dicho no suena nada especial, hasta suena a un trabajo de un tecnofuturo no muy lejano. Pero en realidad consiste en copiar datos de una base de datos y pegarlos en otra base de datos, todo el rato, todo el día, ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v- ctrl+c-ctrl+v.
Cualquiera pensaría que este trabajo lo hacen ordenadores o robots, pero no. Lo hace gente. Después de unas semanas copiando y grabado datos entendí por qué: los robots que inicialmente habían sido diseñados para la grabación de datos se habían suicidado cómo única vía de escape al aburrimiento.


¡Necesito datos! ¡Necesito Datoooos!


Una vez pasada la inicial etapa de estupor que supone llegar a comprender que te van a pagar dinero de verdad por hacer una imbecilidad de ese calibre empiezas a hacerte preguntas, preguntas peligrosas. Mi trabajo consistía en pasar datos de una base de datos A a una base de datos B. Duda número 1, ¿por qué la empresa no utiliza directamente la base de datos A y se deja de mierdas de gastarse miles de euros cambiando los datos de sitio?. Duda número 2, surgida a partir de que nos instalaran un programa que contenía la base de datos A y que hacía más rápido copiar y pegar los datos a la B, si han sido capaces de pasar los datos de A al programa intermedio de forma automática ¿Por qué no los pasan también a B automáticamente?

Tras una investigación laboriosa y fundamentalmente ficticia he llegado a tres posibles respuestas a estos interrogantes:

a) Respuesta basada en que aún perdura en nosotros algo de ese pensamiento infantil que te hace creer que tus padres, y por extensión, todos los adultos son una especie de semidioses de inteligencia infinita capaces de arreglar todo y te niegas a creer que en realidad el mundo adulto se rige por el azar y la más profunda de las estupideces. De modo que no hay respuesta a las dudas de ahí arriba más allá de que todo el mundo es imbécil.

b) Por algún enrevesado e incomprensible birlibirloque fiscal suponíamos una ventaja financiera a la empresa que nos contrataba, así que se habían inventado un trabajo irreal y nos tenían pasando datos de mentira de un sitio a otro. Esta teoría cobra fuerza si nos atenemos a los nombres sospechosamente falsos de algunas de las personas cuyos datos grabábamos.

c) En realidad formábamos parte de un experimento psicológico en torno a los límites de la cordura humana. O, lo que viene siendo lo mismo, una apuesta entre dos sórdidos psicólogos acerca de cuándo y cuál de los trabajadores se volvia loco primero. Al mes y pico de trabajar allí copiaba y grababa datos escuchando la banda sonora de Conan a todo trapo en mi mp3. Espero que alguien se haya hecho rico a mi costa.



¡POR CROM!

Más aventuras laborales en próximas entregas

sábado, 9 de enero de 2010

Cómo destruir el mundo con recursos limitados (1) Rotación Cuscusiana Mortal

CRISIS, CRISIS, ¡CRISIS! es la palabra de moda. Los publicistas han encontrado un filón inagotable para mantener aletargada su peligrosa creatividad, los políticos tienen un nuevo tema del que fingir que dicen algo sin decir nada y los Reyes Magos una excusa más para no traerme los Hipopótamos Tragabolas. [INSERTAR BROMA SOBRE ZOOFILIA AQUÍ].

Todos son alegres autocompadeciéndose de forma cínica. ¿Todos?, no, ¿Es que nadie piensa en los genios del mal?. Destruir el universo no es fácil y mucho menos barato, amigos. Claro, antes si eras el Sith preferido del Emperador podías tener la suerte de que te comprara una Estrella de la Muerte capaz de destruir planetas enteros con solo apretar un botón. Pero esos tiempos de opulencia y despilfarro han llegado a su fin y hoy en día Darth Vader tendría que conformarse con un tirachinas de la muerte o con un palo afilado, también de la muerte.

Por eso, como ferviente defensor de la destrucción del universo cómo única vía razonable para acabar de una vez por todas con los Hombres G, me vi en la obligación de embarcarme durante los pasados meses una investigación científica destinada a encontrar métodos económicos que ayuden a futuros Evil Lords a trazar planes eficientes de desintegración interplanetaria. Desde aquí pido perdón a mis lectores por mi dilatada ausencia en la red pero espero comprendan que en este caso el fin justifica los medios. Ya sabéis, el fin, en plan el final de todo, a lo APOCALIPSIS.

Sin más dilación procedo a enumerar los gastos necesarios para llevar a cabo el plan de destrucción bautizado como Rotación Cuscusiana Mortal©.

200 kilos de cuscús ----- Precio 292.40€
200 litros de agua ----- Precio 0€
Envío internacional de paquete de 100 kg ----- 200€
Viaje al lugar más próximo del Ecuador (Gabón, desde España) ---- 250€

Precio Total 742.40€

"¿Sólo con cuscús y agua se puede destruir el mundo?" preguntará el pequeño aprendiz de genio del mal. Sí, solo con eso y con una fuente de calor. "¿Cómo es posible?" seguirán exclamando los poco avezados bisoños de la abyección. Muy fácil, la idea surgio cuando por enésima vez al ir a preparar cuscús para comer me excedí añadiendo la, a la postre, apocalíptica sémola del averno y acabé llenando sin quererlo varios tuppers con ella.

Cansado de que me pasara siempre lo mismo decidí investigar el caso. Estas pesquisas fueron llevando luz, poco a poco, al curioso fenómeno. Resulta que el cuscús posee un curioso mecanismo de defensa natural que le hace automultiplicarse en función del número de veces que la persona que lo está preparando lo haya hecho previamente en su vida. La explicación que le doy a este inusual ejemplo de autodefensa vegetal puede resumirse en la siguiente frase: "Si tu enemigo es más poderoso que tú, automultiplícate. Si lo sigue siendo, automultiplícate más rápido".
La función de automultiplicación se comporta de manera exponencial de forma que al cabo de unos meses preparando cuscús una persona adulta puede llegar a alimentarse durante un año entero con los resultados de hervir un sólo grano. Aquí saltarán los hippies, los amigos de la tierra defensores de las causas perdidas y los fans de U2 diciendo que lo que he encontrado es la cura para el hambre en el mundo. Poco os importará el hambre cuando la Tierra se estrelle contra el sol abrasador y se os derritan hasta los premolares.

Y es que no es la capacidad alimenticia del cuscús lo importante, lo importante es su incremento en masa y tamaño tras la ebullición. Un incremento capaz de desviar el eje de rotación de cualquier planeta embarcándole en un azaroso viaje de escachifollo a través del cosmos con final de trayecto en El Sol.

Según mis últimos cálculos de optimización de hecatombes el desarrollo ideal de este plan es el siguiente.

1) Cocer grano a grano los 100 primeros kilos de cuscús para cebar la función exponencial del mecanismo de autodefensa del cuscús.

2) Viajar a cualquier punto del Ecuador, punto de máxima debilidad del eje de rotación terrestre.

3) Enviar los 100 kilos de cuscús restantes a ese punto del Ecuador.

4) Hervir esos 100 kilos de cuscús.

5) Ponerse unas buenas gafas de sol y loción solar mientras se espera el sonido de los relinchos de los caballos de los cuatro Jinetes del Apocalipsis.


¿Quien sufre ahora, mamones?