domingo, 27 de junio de 2010

Starbuckalypse

No me gusta el café, llamadme raro, pero no me gustan las cosas que saben a óxido y el café sabe a óxido. Mucho. Si lo que queréis es amortizar vuestra vacuna contra el tetanos emborrachaos e id a un parque infantil, será cuestión de tiempo.

Podréis decir que mi próxima diátriba en contra de Starbucks está ocasionada por mi aversión a ese menjunje repugnante pero sólo sería una sucia -y oxidada- mentira, porque si hay algo más desagradable que una bebida con sabor a óxido es una bebida con sabor a óxido a precios desorbitados; y eso es lo que ofrece Starbucks. Lo curioso es que ni siquiera tienen el monopolio del café, tan sólo tienen el monopolio del café extremadamente caro porque en realidad puedes conseguir café a precios razonables en cualquier cafetería.

Pero no, la gente rechaza la cafetería tradicional y va a Starbucks a gastarse 6€ por un cubo de agua oxidada, ¿por qué? porque es moderno y es guay, porque les recuerda al Central Perk de Friends y disfrutan con la ilusión de sentirse graciosos y guapos como sus personajes.

El éxito de una bebida objetivamente espantosa como el café ya dio muestras en su día del declive de nuestra civilización. El éxito de Starbucks es una señal inequívoca de que el fin ya está cerca. No sólo consumimos veneno de forma voluntaria sino que procuramos pagar el precio más alto posible para ello. Bravo, humanidad, bravo.

lunes, 21 de junio de 2010

Die Übbernagel (II)

En el anterior post os hablé de mi übbernagel, de su utópica rebelión y de su desafío a los Dioses. Os conté la odisea de una uña valiente que se negó a seguir creciendo consciente de la futilidad de su misión, una uña heróica que intentó imponerse a la fofa inercia del mundo deteniéndose para siempre, enhiesta en mi pie como una bandera por la libertad y la razón.

Desgraciadamente los Dioses no se toman bien los desafíos y mi übbernagel ha sido atacada por alguna de las siete plagas y aunque aún se mantiene pegada a mi carne, zozobra en un mar de ira divina y pus (en una proporción 30%-70%).

Mi intento por mejorar la obra de los Dioses no está quedando impune y puedo adivinar los oscuros designios de esas deidades sucias y envidiosas. Probablemente me haya convertido en un nuevo Prometeo y mi desafío al Olimpo sea castigado como lo fue en su día el robo del fuego y quizás ya esté condenado a que mi uña crezca cada mañana y sea devorada por el pus cada noche hasta el final de los tiempos.

lunes, 14 de junio de 2010

Die Übbernagel

Hace varias semanas que la uña del dedo pulgar de mi pie izquierdo no crece. Me preocupaba. Pero ya no. Me he dado cuenta de que no necesito que mis uñas crezcan para sentirme vivo. Me he dado cuenta de que nadie necesita realmente que sus uñas crezcan. Su crecimiento no hace más que recordarnos nuestra imperfección, como el apéndice, el vestigio de rabo o el hecho de que vomitemos por una cavidad capaz de saborear.

Pero yo he evolucionado, o al menos estoy en camino. De momento ya tengo una superuña, una uña perfecta que ha detenido su crecimiento para siempre, estableciéndose definitivamente en una longitud fucional y duradera. Nietzsche muérete de envidia, esto sólo es el comienzo.


PD: Si me lee algún podólogo agradecería algún consejo al respecto. Porque aunque google me había tranquilizado un poco con los siguientes resultados... :

No me crecía la uña pero al final sí y todo me fue bien -> 2.050.000 resultados.
No me crecía la uña y acabé muerto -> 378.000 resultados.

...Joe Perkins me ha hecho ver que quizás esta aventura de superación uñística pueda acabar de forma sorprendente:

No me crecía la uña y al final era Gary Coleman -> 133.000.000 resultados